jueves, 5 de octubre de 2017

Desde mi taller.



La gente, cuando ve la ropa que pinto lo primero que me pregunta que cuánto tiempo he tardado en pintarlo, y eso me da una rabia impresionante porque no se trata solo del tiempo que se tarda en pintar, si no en tener la autoestima y confianza suficiente como para crear lo que mi mente sueña en ese momento. Es imposible calcular el tiempo que se tarda en sacarlas.







El proceso comienza en cuando voy a comprar la ropa y elijo las prendas adecuadas fijándome en que el tejido sea de algodón, lana o lycra natural, después hay que lavarlas para quitarles el apresto y plancharlas.











Cuando llego al taller las cuelgo separadas por colores y tejidos formando las colecciones con los dibujos, y preparo suficiente pintura para no quedarme corta. A partir de ahí es cuando me pongo en modo avión, y desde un DÉJATE EN PAZ con mayúsculas, comienzo a garabatearlas intentando hacer caso sumiso a los bocetos que guardo en mi cabeza, aunque hay días que son más bien a lo loco, sin reservas, juicios ni prejuicios, esa es la ropa que guardo para mi muestrario o me la llevo directamente a mi armario.








El fijamiento de la pintura se hace con el planchado, durante unos minutos y con una tela de algodón entre el dibujo y la plancha para que no se queme la prenda. 








Llegó el momento de la foto y dependiendo del día y la hora, los astros y la luna, salgo a la calle con el trípode y la cámara en busca de una mano amiga.

Para el etiquetado y las fotos, cuento con la ayuda de familiares y amigas, con las que a cambio de unas cuantas horas de poses y camitas, de poner cuños o hacer nuditos, me tomo una cerveza, un vino o simplemente compartimos una conversación.








Gracias a toda la gente que me anima en lo que hago, y me ayuda a superar mis miedos, gracias porque aún con mis olvidos, con mis locuras y mis ausencias... me acepto.
Sin vosotras no sería ni garabatera, ni mejor persona.


Texto Sonia Sempere
Fotos: Sonia Sempere

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